Hay un lugar que todos tenemos, un rincón aislado del ruido y los demás, donde podemos despojarnos de las máscaras de fortaleza, estabilidad y supuesta felicidad que la sociedad nos presiona a mostrar, un lugar que está en soledad y donde podemos desnudarnos el alma y llorar sin detenernos, donde estamos frente a un espejo que es nuestra verdadera realidad, de la cual aunque queramos no podemos escapar, donde no hay que fingir, donde no se pretende nada, donde hay permiso de ser débil y descansar…

Hay un lugar que cada uno de nosotros ha ido construyendo durante la vida, donde están guardados los mejores y los peores recuerdos, las lágrimas que nadie más puede ni debe ver, los dolores que nadie más comprenderá y los gritos silencios que nadie puede escuchar, donde nos “bajamos” del mundo aunque sea por unos instantes porque su velocidad nos está comiendo el alma, donde no importa el traje que se lleve puesto, donde morimos poco a poco y tratamos renacer del diario…

Hay un lugar donde las canciones que se escuchan son las que nos regresan a momentos que nos gustó vivir, donde el cielo solo nos techa con las estrellas, donde el aire nos trae las voces de aquellos que se nos fueron para siempre, un lugar lleno de fotografías no impresas de nosotros y los que nos han marcado la vida, donde podemos volver a ser niños y resolver esos problemas que no hemos podidos en diálogos inventados que sabemos que no existirán jamás, donde llorar y llorar es lo que más se hace…

Hay un lugar que esta tapizado de adioses, con los aromas que nos hacen viajar en el tiempo que significan algo en nuestros destinos, con lugares que hemos visitado y que quisiéramos volver a visitar y algunos otros a los que no nos gustaría regresar, con nombres y rostros para los demás insignificantes y que ya no podemos nombrar en público, ese espacio donde nos sumimos en nosotros mismos, donde nos empapamos de lo que la vida diaria se empeña en arrancarnos…

Hay un lugar que no es el más bonito, ni el más preciado, escondido y secreto, oscuro y deprimente, un lugar que estoy habitando ahora y del cual no quiero salir, me gusta encerrarme en este pequeño mundo donde no puede entrar nada ni nadie y donde puedo llorar mares, donde puedo sangrar, y después vendrá la calma, me pondré de pie y todo volverá a comenzar para mi un día más…