Aquí recostado en este sillón más duro que una piedra, observo por la ventana a la luna, nuestra luna, esa que tantas veces te ha llevado mensajes míos y a veces me pregunto si alguna vez la pudiste escuchar y comprender lo que me callo, quizá por prudencia, quizá por estúpido...

Lo cierto es que el amor que siento por ti nunca ha desaparecido aunque a veces así parezca, nunca he sido bueno expresando mis sentimientos, siempre he sido más de callar para evitar no sé qué cosas en verdad...

Vivía en la oscuridad, siempre buscando algo, un porque, y entonces llegaste tú, de la nada, por casualidad, destino o como quieras llamarle, iluminaste todo mi mundo, me lo diste todo y lo peor del caso es que tal vez tu ni siquiera te diste cuenta de ello, aún no entiendes todo lo que significas para mí y yo soy tan torpe que no se decírtelo, o quizá es que no me atrevo más bien, a veces creo que ya todo está dicho entre tú y yo pero... no, no es verdad aún tengo mucho que decirte, aún tengo que recordarte que te amo porque si no te has dado cuenta, que eres mi preocupación, que necesito saber cómo estás, como te sientes y quisiera tener el poder de hacerte feliz...

Eras mi única luz mi amor...